Desde el Parque del Este, lugar de la cita, Loly Sánchez –la actriz que elevó el discurso de la telenovela poniendo su rostro al cáncer de senos– repasa las etiquetas que la han perseguido: La próxima Marina Baura, la actriz que mojaba sus besos en la boca de Javier Vidal, la actriz apadrinada de RCTV, la actriz que abandona los personajes, la actriz que se sometió a una lipoescultura para entrar a Venevision, la actriz de espíritu libre que ha vendido tortas de zanahoria en la esquina de su casa, la actriz con talento sin grietas, la actriz que nunca se dejó. Acaba de regresar de Noruega, donde abrazó a su única hija, luego de siete años sin verla. “Yo nací en España, mi madre me dio de mamar guerra, valor y resentimiento y no tengo nada que hacer en ningún otro país. Me llamo María Dolores Sánchez Gallego y soy de Venezuela, hija de la guerra”.
¿Qué fue de la vida de la actriz Loly Sánchez, aquella artista naciente que los titulares en la década de 1970 vendieron como la próxima Marina Baura?
“¡Qué ganas de comparar!”, reprocha la actriz: “Eso fue una ridiculez de la prensa de la época. Era una manera de publicitarme. Que doble de Marina Baura ni que doble de Marina Baura. Era la compañera”.
Loly acepta, sin embargo, que tras compartir ambas en el elenco de Resurrección –historia de León Tolstoi producida por RCTV en 1977– su nombre fue incluido como parte de la generación de actrices llamadas a relevar no solo a Baura sino a Doris Wells, Marisela Berti y Pierina España.
Y cierto es que, en el proceso de consolidar su carrera, abundaron los halagos sobre su talento, evaluado como superior al promedio del canal. Resultaba, en alguna medida, la carne fresca de una industria que quiso convertirla en la diosa para que más de un encorbatado le rezara en procura de favores carnales.
Tal vez porque decidió no glorificarse en el temblor de los ejecutivos, sobraron las etiquetas de todo calibre. Casi todas reprobatorias. Loly Sánchez, la actriz que mira de reojo a sus galanes. Loly Sánchez, la actriz que abandona personajes. Loly Sánchez, la actriz de salud frágil. Loly Sánchez, la actriz de carácter irritable. Loly Sánchez, la actriz conflictiva.Loly Sánchez, la actriz apadrianada.
Mientras ríe a mandíbula batiente por tantas habladurías –cuentos de camino que nunca han mellado su condición de intérprete – la actriz hace que avancemos en dirección a un refugio de silencio del Parque del Este, un pulmón natural de Caracas donde ella encuentra regocijo espiritual. Allí acordó la cita.
Personificará a Bernarda Alba y dictará taller de actuación
Cuenta que acaba de pasar 16 meses en Noruega, en la casa de su única hija, a quien no veía desde hace siete años. Apegada en lo posible a una conciencia verde, se vinculó en el país europeo con labores de una granja ecológica.
De vuelta a Caracas, será dirigida por José Jesús González en La casa de Bernarda Alba, una pieza del dramaturgo español Federico García Lorca, de pronto estreno.
En paralelo, la recordada Nieves María de la telenovela Leonela ofrecerá un taller de actuación experimental en la biblioteca Paul Harris, ubicada en la urbanización California Norte, del municipio Sucre. Esto será el 6 de marzo. La actividad está dirigida a jóvenes, adultos y tercera edad.(Contacto: [email protected]).
Loly, que festeja 64 años de vida con la quietud que dice haberle traído el conocimiento del budismo, cruza las piernas, disfruta la belleza de la sequía del lugar y saborea un malojillo con toronjil preparado en su casa. Así arranca un diálogo con mirada revisionista.
Loly Sánchez y su cara a cara con el conflicto
Loly Sánchez se amplió actoralmente a la luz de Nelson Ortega, un profesor que formó generaciones completas de artistas venezolanos. En su promoción estuvieron Elluz Peraza, Hazel Leal y Judith Castillo. “Elluz, Hazel y yo nos quedamos como actrices. Judith se fue por la animación. También recuerdo a Hilda Carrero, pero su entrenamiento fue más personalizado porque Nelson Ortega era su coach”. Antes, Loly había acumulado años de trabajo teatral que llevaría a la televisión.
En su antesala como protagonista, Loly Sánchez fue desafiada como pocas actrices venezolanas. Debía superar los resultados que dejaba Doris Wells en Qué pasó Jacqueline, una telenovela del horario estelar que si bien no arrasó en sintonía tampoco generó saldo rojo para RCTV.
En esa Venezuela de 1982, la escritora Pilar Romero decidió que era el momento de presentar la telenovela Cara a Cara y relatar la historia de una mujer sometida a una mastectomía total. Loly sería la encargada de darle vida a la protagonista Masha –María en ruso–, un personaje que habría sido rechazado por Marina Baura.
“Por mi temperamento, Pilar dijo que debía ser yo. Como actriz nunca me ha gustado ser la vulnerable que llora todo el tiempo. También creo que me lo propusieron porque yo era la que estaba despuntando y además tenía aptitudes. A mí me encantó esa telenovela”.
Para su lamento, el desarrollo de Cara a Cara sufrió un primer revés cuando a las pocas semanas de transmisión, RCTV prescindió de Gustavo Rodríguez, su coprotagonista.
“Pusieron a Franklin Virgüez porque era lo que el canal quería que la gente viera. Querían lanzarlo, igual que seguramente quisieron lanzarme a mí. Pero, no encontré verdad en el otro actor porque siempre estuvo de por medio el ego. Es muy peligroso cuando el actor no guarda su ego porque eso lleva a la destrucción de cualquier artista”.
“Para mí era mejor trabajar con Gustavo Rodríguez. Gustavo fue un gran actor, un gran compañero. Sigo amando su energía. Aprendí muchísimo de él. Franklin Virgüez era nuevo, otra generación, muy diferente. No hubo equidad en escena. No digo más. Creo que así se entiende. Punto”.
“El público no soportó a una protagonista con cáncer”: Loly Sánchez
No fue solo el cambio de protagonista masculino lo que precipitó el final de Cara a Cara. “Venezuela no estaba preparada para ver a una protagonista sometida a una mastectomía radical. Pilar Romero, de carácter fuerte, decía verdades en esa telenovela y yo estaba encantada; sin embargo, el público no lo soportó”.
Además, aunque Loly sentía el apoyo de sus padrinos en el canal – el ejecutivo Hernán Pérez Belisario, el productor Luis Guillermo González, el escritor Manuel Muñoz Rico y el director Juan Lamata– debió someterse a las órdenes, para ella irracionales, de Alberto Moneo, un director argentino que RCTV contrató para sacar adelante el proyecto dramático.
“El director de Cara a Cara abusó de mí como le dio la gana. Era terrible, realmente terrible. Repetíamos una escena hasta más de 20 veces. No tenía en cuenta la humanidad ni fragilidad de los actores”.
Loly se sabía una actriz disciplinada y en correspondencia con ello pensaba que Moneo solo buscaba la perfección. “El argumento para repetir era que no le parecía el resultado y otras veces porque un movimiento de cámara no le salía. Aquello no era humano”.
La mayor recompensa para la actriz fue la placa que recibió de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela como reconocimiento a la contribución de la lucha del cáncer de senos.
“Hubo un aumento de las mujeres en el chequeo de despistaje del cáncer de mama y yo estaba feliz porque ese era el objetivo de la telenovela”.
Loly Sánchez fue la cara del descalabro de la telenovela, pero fue probada nuevamente en el horario vespertino, con un galán más a su medida.
“Me divertí mucho con Javier Vidal en María Laura”
Las penas de Loly Sánchez en Cara a Cara no fueron aliviadas de inmediato. Su nombre integró el elenco de Barbarita, una historia de época en tono de comedia que planteó José Ignacio Cabrujas, protagonizada por Mayra Alejandra y Jean Carlo Simancas, en el horario de las 6: 30 pm.
Aunque se habló de una telenovela con audiencia asegurada, RCTV la sacó de su parrilla y justificó su decisión, no en el nivel de sintonía que le arrebató Ligia Elena, el clásico de Venevision, sino en el suicidio de Maye Brandt, Miss Venezuela 1980 y esposa del galán.
Un año después, en 1983, Loly Sánchez encontraría consuelo en el humor y afinidad artística de su compañero Javier Vidal en la telenovela María Laura. “Javier también venía del teatro y siempre nos llevamos bien en cuanto a la disciplina y montaje de escenas. Siempre fuimos muy claros y nunca tuvimos problemas. ¡Jamás!”.
“A pesar de que en mis besos con Javier Vidal no se veía lengua, ciertamente Javier y yo teníamos una forma de besarnos muy sensual”.
María Laura tuvo sintonía total en horario de la 1: 00 de la tarde. Pero, un día, Loly –que procuraba hacer una televisión real, sin provocar ni provocarse daños– fue llamada, junto con Javier Vidal, a una reunión con el director Juan Lamata, quien les recordó que su vida dependía de un marcapasos y que, en consecuencia, les prohibía repetir lo que habían hecho en pantalla la noche anterior. Loly y Javier desconocían la naturaleza de aquel reclamo.
“`Ustedes no pueden darse los besos que se dieron anoche. Eso no puede ser´, detalló Lamata: `Si ustedes se van a dar besos se los dan pero que no sean así, porque nos van a cortar la telenovela´. Nosotros nos morimos de la risa”.
Así me inicié
“Mi primera participación en televisión fue con Lila Morillo ¡Por Dios! Era una telenovela llamada Ileana, dirigida por (el chileno) Ulises Brenner, que protagonizaba Helianta Cruz con Jorge Palacios, pero yo no recuerdo porque de repente apareció Lila. Decían que la incluían porque había que subir el rating”.
“De Lila Morillo solo sabía lo que decía mi mamá (…) Bueno, ¡eh!, bueno, ¡eh! (se ríe) Es que no tuvimos roce (...) Creo que ya era evangélica. ¿Qué más? A mi mamá le parecía que cantaba muy bonito y que era espectacular. Otros decían que tenía mala fama. Eso todo el mundo lo sabía”.
“Lo que realmente quiero decirte –se adelanta Loly a preguntas impertinentes– es que yo llego ahí porque hacía teatro en la Hermandad Gallega y me presentaba en la obra La sopera, con Dante Carle, que era director de casting en Radio Caracas. Él vio mi potencial como actriz y me dijo que trabajara en televisión, pero yo le contesté que eso me asustaba. Me explicó que era igual al teatro, que debía probar y así lo hice.
“En Ileana me dieron un personaje de enfermera. Enfermera 1. Acláralo (se ríe) Nunca fui extra, siempre tuve mis parlamentos. Y era con Lila Morillo, pero, te repito, no recuerdo detalles”.
“Jorge Palacios también estaba en la escena, y lo que recuerdo es que era todo un caballero. Yo respeto muchísimo a Jorge Palacios. Con quien más hablé en mi primer día de trabajo fue con Tony Rodríguez, él fue quien más lindo me recibió. Era la figura juvenil junto con Grecia Colmenares”.
“Me parecía horrible usar un apuntador con un cable que debía pasarlo por la pantaleta ¡No! Yo memoricé mis líneas y eso provocó que comenzaran a preguntar quién era yo. Terminé mi escena y ya. De ahí no me soltaron”.
“Después sí pasé a Resurrección. Reinaldo Lancaster y Marina Baura eran excelentes compañeros. Es que todos eran puntuales, se sabían sus letras. En el canal todos te ayudaban, todos te sugerían algo, desde Raúl Amundaray, Doris, Marina, Reinaldo, todos eran tus compañeros de escena. Trabajaban en función del espectáculo y de tener una misma energía, apartando el estatus de cada quien. Era una invitación a trabajar por la obra”.
“Doris Wells era de armas tomar”
En el unitario Derrota final (1983), escrito por Salvador Garmendia, Loly Sánchez se reencontró con Doris Wells, con quien había trabajado, primero en La señora de Cárdenas (1977) y luego en La fiera (1978).
“Doris Wells siempre buscó la verdad. Me gustaba ese rasgo. Una vez le armó un escándalo al escritor Julio César Mármol en pleno estudio de La fiera. Ella le reclamaba que las líneas que iba a decir no se lo iba a creer el público. Por eso la admiraba”.
A pesar de que Loly Sánchez la tiene en la mayor estima profesional, dice que “Doris Wells era de armas tomar. Primero, en escena a veces era arrogante; por supuesto, controladora, ella hacía lo que le daba la gana. Y Marina Baura también. Esa es la verdad. Eran actrices, para usar una palabra de estos tiempos, empoderadas. Marina era diferente. Marina era más cautelosa, mientras que Doris era explosiva. Dentro de su arrogancia era muy desparpajada, tampoco le gustaba maquillarse, me gustaba su personalidad”.
Por qué Loly Sánchez abandonó la continuación de Leonela
“Abandonar Nieves María, mi personaje en Leonela, casi me cuesta mi carrera. Lo hice por fatiga laboral. Yo soy una actriz orgánica y no estaba preparada para manejar mis emociones ante ese personaje. Me quedé en blanco”.
“Delia Fiallo como escritora es muy intensa. El personaje de Nieves María estaba lleno de humanidad y era importantísimo en la telenovela, en cuanto a dulzura y bondad. Yo como contrafigura era la buena y la protagonista era la mala”.
“Los personajes pasan por mí, pero en ese momento no logré sacar a Nieves María, no me dejaba tiempo para respirar. Me movió su situación, ella no podía ser madre y yo sabía lo que eso significaba porque ya yo era madre. Se hace cargo del hijo de otra persona, de un niño que es producto de una violación. Era la abnegación hecha mujer que, de paso, amaba en silencio sin ser correspondida”.
“Cuando se presenta la oportunidad de hacer Miedo al amor, la segunda parte de Leonela, yo me negué. No fue por diva sino porque estaba gastada y no le encontré sentido a la continuación. Luego Delia me dijo en Miami que lo había escrito para reivindicar a Leonela”.
“Considero que fue una gran decisión elegir a Chony Fuentes para sustituirme como Nieves María. Chony es una excelente actriz, a quien quiero mucho y la respeto muchísimo”.
En María de los Ángeles también abandonó su personaje
“En María de los Ángeles debía levantarme a las cuatro de la mañana para ir a grabar a San Juan de los Morros. Casi a diario. Luego estar a la una de la tarde en el estudio del canal para terminar en la noche. Al día siguiente lo mismo”.
“¿Que yo soy más delicada que otras actrices? Sí lo soy. ¿Que mi salud es más frágil? Sí, lo acepto. Pero, también tengo un talento que es invaluable y que hay que cuidar. Y yo me fui. Eso fue lo que pasó en María de los Ángeles”.
“Yo ahí tenía un personaje maravilloso, que se retira de la prostitución para cuidar niños abandonados. Se llamaba Francisca. Tenía su prole con un señor discapacitado que le faltaban las dos piernas. Lo hacía mi gran compañero Carlos Villamizar. Como ella cocinaba con fuego, los productores agarraban leña verde, le ponían kerosene y cinco y acción. Yo tenía que tragarme todo ese humo. Eso mata a cualquiera”.
“Un día enfermé, producto del humo. Le dije a Olegario Barrera, el director, que no podía seguir. Él lo único que repetía era `Cinco y acción´. Yo le reclamé, pero cómo cinco y acción si no veo nada. Entonces me respondió `Dale, deja la necedad´. Terminé con 42 de fiebre”.
“Mientras deliraba, lo que se dijo fue que yo estaba fumando piedra. A mi lado estuvieron Lilibeth Morillo y Vicente Tepedino”.
“Tenía bronconeumonía y en plena hospitalización me llamó el productor Jhonny Pulido para ver cuándo me reintegraba. Tenía manchas en los pulmones. Le dije que me iba a mi casa porque yo quería seguir viviendo. No terminé la novela. Me sustituyó Victoria Robert”.
"En Marte TV no tenía ni camerino"
“Me llamaban actriz conflictiva. No me importa. Cómo no voy a tener conflictos con los ejecutivos si yo, por ejemplo, cuando llegué a Marte TV tenía que dejar mis macundales en un sillón porque no tenía ni camerino”.
“Llego a Marte TV porque Patricia Noguera, a quien quiero mucho y es tan buena actriz como su madre, Nury Flores, me dijo que tiene una reunión en Marte TV y que quería que la acompañara. Lo hice con la condición de esperarla en el carro. Por supuesto, me vieron”.
“En Marte TV estaban buscando a una actriz para un papel principal en la telenovela La traidora y el escritor Kiko Olivieri me habló del personaje. Me gustó. Además, Marte TV me quedaba a dos cuadras de mi casa. Acepté. No era fácil el personaje y alguien quería que yo no sobresaliera, pero es muy difícil que yo sea un cero a la izquierda en una escena. Para divas, yo”.
“Hubo situaciones en las que tuve que echar mano de toda mi maquinaria como actriz porque nunca me dejé, ni de Doris ni de Marina ni de nadie, porque yo soy actriz”.
“En otra oportunidad, cuando hacía Dulce ilusión, Amalia Pérez Díaz me preguntó: `¿Estas arrecha, verdad?´ Le hablé de mi personaje de taxista que no lo desarrollaban. Me dijo: `No hay personajes pequeños, solo actrices incapaces. Si el personaje es un hueso, ábrelo que adentro está el tuétano. Eso es ser una excelente compañera. Tuve todas esas maestras”.
Arquímedes Rivero ordena una liposucción
En sus idas y venidas a la televisión, en 2005 apareció en Venevision como Maximiliana en El amor las vuelve locas, una versión concebida por Alberto Gómez sobre la historia Contra viento y marea, de Leonardo Padrón. “Esa novela sí la hice completa” (Se ríe).
“Después de Miedo al amor yo había pasado siete años retirada de la televisión. Me dediqué a atender una guardería. Pero en 2004 mi madre se enfermó de gravedad y no íbamos a tener recursos para enterrarla. Fue lo único que me movió a tocar la puerta de los canales”.
“Llamé a mi casa RCTV pero no me atendieron. Entonces llamé a Arquímedes Rivero que estaba en Venevision. Le dije a la secretaria de Arquímedes que los estaba llamando para decirle que estaba disponible. Arquímedes me llamó para El amor las vuelve locas y concretamos una entrevista”.
“Cuando nos vimos, yo estaba descuidada físicamente y me dijo que ese personaje se lo ofrecieron a Marina Baura y no lo quiso. Yo dije que yo sí lo quería, que para mí estaba perfecto. Nos reímos cuando me recordó que estaba gordita y enseguida llamó a una red de cirujanos con los que el canal trabajaba y me hicieron una liposucción”.
“Comencé a grabar la novela con Lilibeth, que es una gran compañera, igual que Carlos Montilla. Mi mamá murió un 14 de diciembre de 2004 y yo estaba cobrando mi primera quincena el 15 de diciembre. Tuve dinero para cremarla. Son esas cosas que pasan en la vida. Cuando tú haces el bien, jura que ese bien regresa a ti”.
“Yo he vendido hasta tortas de zanahoria en la esquina de mi casa. Por eso digo que cuando puedas hacer algo bueno por alguien, hazlo. Nunca te faltará nada”.
“Yo me he protegido económicamente para no aguantarle a nadie. Y trabajo para no ser sumisa. ¿Sumisa yo? Olvídalo. De sumisa no tengo nada. Yo soy hija de la guerra. Los padres de mi mamá fueron fusilados cuando ella tenía 8 años. Mis padres pelearon en la Guerra Civil de España, así que mi madre me dio de mamar guerra, valor y resentimiento, que lo he trabajado".
"Nací en España pero llegué a Caracas cuando tenía un año y once meses. Ahora que estuve en Noruega ratifiqué una vez más que yo no tengo que hacer nada en ningún otro país. Me llamo María Dolores Sánchez Gallego y soy de Venezuela”.
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