Gustavo Camacho ya no quiere volver a pasar frente al quiosco que tantas satisfacciones le dio. Ahí estuvo por más de 30 años, ofreciendo la historia del país impresas en páginas de papel periódico. Era feliz y sustentaba a su familia. Pero en agosto tuvo que tomar una difícil decisión al cerrar su negocio debido a lo que él mismo llama: la política del régimen en contra de los medios de comunicación del país.
En una esquina de la urbanización La Esmeralda, del municipio San Diego en Carabobo, se le veía todos los días. Ahí atendía a sus clientes, compartía con ellos, hablaba con estudiantes de comunicación social y hasta pasaba los domingos con sus hijos, quienes lo ayudaban en la venta de al menos dos mil 500 periódicos, número que se redujo en 97,6% al contar solo 60 ejemplares el último día que se mantuvo abierto.
«Fue una decisión obligada. No podía hacer otra cosa porque el gobierno asfixió a las empresas editoriales del país. No les vendió más papel ni insumos y la última semana me llegaban menos de 100 diarios en total, y eso era prácticamente nada», relató en medio de una profunda nostalgia.
Es así como este Día del Periodista se celebra en Carabobo con tan solo un medio impreso que sobrevive. Se trata de diario La Calle, que lo hace en condiciones precarias al no contar con los recursos ni para tener equipos reporteriles en las calles. El primer zarpazo a la libertad del régimen en la entidad lo hizo en 2015 al decidir dejar de venderle papel prensa a El Carabobeño, el medio con más trayectoria en la región. Un año después, pese a la presión social, la rotativa se apagó tras 83 años al servicio de la información.
«Extraño el movimiento de la redacción que era muy dinámica, siempre estábamos los periodistas conversando con los fotógrafos, extraño las reuniones que hacíamos para la coordinación de pautas, y esos temas de investigación que hacíamos y esas coberturas amplias a las que nos dedicábamos», relató Carolina González, jefa de redacción de El Carabobeño.
En la redacción que contaba con al menos 60 periodistas ya no hay nadie. Todo está en silencio. Ahí, donde se escribieron miles de historias y se escuchaba el sonido de los teclados sin descanso solo queda la nostalgia de quienes trabajamos en el lugar. «Ahora solo somos cinco periodistas los que mantenemos la página web».
El paso del impreso al formato digital no se dio de forma natural para esta empresa. Fue una obligación y sus lectores aún reclaman tener en sus manos el periódico, que de ser de cuatro cuerpos en tamaño estándar, a solo dos, y después a 16 páginas tabloide, para ahorrar al máximo los insumos que tenían.
En 2015 el gobierno regional de ese entonces dio otro zarpazo a la libertad con la compra del diario Notitarde, que rápidamente se vino a menos hasta transformarse en un semanario que ya desapareció. Con eso, fueron cientos los empleos perdidos y otro vacío informativo que quedó en el estado.
A todo este drama se suman los dramáticos datos obtenidos por la seccional Carabobo del Colegio Nacional de Periodistas que dan cuenta de 300 colegas de la entidad que han migrado, mientras que 40% de quienes siguen en el estado están ejerciendo funciones que nada tienen que ver con la profesión, y más de 35% tiene planes de irse del país.