La calidad de vida de los merideños ha sido fuertemente golpeada motivado, entre otras cosas, al declive de los servicios básicos. La escasez de combustible -otro problema que se suma a la lista- le ha dado un giro de 180 grados a sus vidas, pues las personas deben dormir, comer, asearse y hacer sus necesidades fisiológicas en las filas que se forman a las afueras de las estaciones de servicio.
Son más de cinco días que deben hacer turno los conductores en las calles, bajo el sol, la lluvia y expuestos a la delincuencia. «Esto es muy difícil, debemos hacer nuestras necesidades básicas y nos paralizan el trabajo día a día», lamentó Luis Gutiérrez quien tenía cuatro días en espera de abastecerse, a las 10:00 a.m. su carro fue marcado con el número 800, listas de más de 1.000 vehículos que se observan a lo largo de las avenidas en la entidad.
Relató que para atender a sus hijos ha recurrido a la colaboración de las demás personas para que le cuiden el puesto y poder llevarles alimentos. «Nos están violando todos nuestros derechos, ya la situación se le salió de las manos a las autoridades», señaló.
Para muchos ciudadanos, el escenario existente en Mérida los mantiene en zozobra, así lo expresó Tulio Angulo, un señor de la tercera edad. «Hay que hacer magia y sacar tiempo para una cosa u otra, esto no lo merecemos», añadió.
En la zona del Páramo se ha atrasado el despacho de combustible durante días y algunos habitantes del sector viajan hasta Mérida para intentar surtir.
Ricardo Becerra ha permanecido en la cola cuatro días. «Allá se están perdiendo las cosechas, eso es un desastre y da tristeza, tenemos que venir a Mérida o ir hasta Barinas por gasolina».