Cuando Verónica Michelle Bachelet Jeria, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, estuvo en Venezuela, anunció que aunque se iba del país quedarían dos oficiales de su comisión, eso le iba a permitir alzar la voz a los familiares de los presos políticos y también iban a poder conocer la situación de esos privados de libertad.
Sin embargo, eso parece no importarle a la Dgcim, pues no le permitieron visitar los sotanos donde están detenidos militares y civiles.
La española Sara Nuero Escobar y el mexicano Carlos de La Torre, no han logrado reunirse con ninguno de los militares presos y torturados que están en los tenebrosos sótanos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, reseñó la periodista Sebastiana Barráez en el portal de noticias Infobae.
Al coronel (Ej) Hannover Esteban Guerrero Mijares, director de Investigaciones de la Dgcim, le importó muy poco que Nicolás Maduro le haya prometido a Bachelet que sus dos oficiales de derechos humanos tendrían «acceso pleno a los centros de detención para poder monitorear las condiciones de detención y hablar confidencialmente con los privados de libertad«.
La respuesta de Guerrero Mijares a los representantes de la ONU que han solicitado entrevistarse con algunos militares en la Dgcim es que no se puede hasta que no reciba la orden de aprobación por parte de su superior, que debe darla el mayor general Iván Hernández Dala, director de Contrainteligencia Militar.
Son múltiples los casos en que el detenido ha llegado golpeado y con evidentes signos de tortura a la sede de los tribunales militares, pero eso no es incluido en el acta ni el expediente porque el juez ignora la solicitud del detenido y sus abogados.
Si a la Comisión de Bachelet no le permiten hablar con los detenidos en la Dgcim, ¿qué pueden aspirar los defensores y los familiares de esos presos por razones políticas?
Aunque los sótanos de la Dgcim fueron acondicionados, pintados, tumbaron paredes y levantaron otras, de nada sirve el maquillaje si la estructura de poder y tortura continúa.
Varias peticiones hechas ante la Dgcim por parte de la Comisión de Bachelet esperan respuesta para que se abran las puertas de esas tenebrosas celdas.