Los pasillos están vacíos, ya no hay alumnos estudiando a último momento, ni otros desayunando o hablando de los planes del fin de semana. Y no se trata de que estén en los salones, esos también están desolados porque son cada vez menos los que van a terminar su carrera en la Universidad José Antonio Páez de Carabobo, que intenta ser aniquilada por el régimen.
Una nueva providencia de la Superintendencia Nacional para de la Defensa de los Derechos Socieconómicos (Sundde) así lo determina. Se trata de la imposición de un providencia que obligó a la instrucción a bajar en 40% todas sus tarifas, con lo que se reduce el margen de respuesta para atender las necesidades de la casa de estudios.
«Eso complica mucho más la situación de la universidad que no puede ahora comprar una planta eléctrica y así sortear la crisis de los apagones, ni reparar techos como el de arquitectura que está a punto de socavarse», relató el consejero universitario de la institución, Carlos D’Orlemont.
Esta situación ha paralizado el proceso de inscripción de los siete mil alumnos activos debido a que la Sundde pidió la congelación de las tarifas y, posteriormente, la reducción en más de 42%, lo que se ha traducido en problemas técnicos de las máquinas.
«Las autoridades están dispuestas a llegar a los acuerdos que sean necesarios para garantizar el óptimo funcionamiento de la institución, que no escapa de la realidad de Venezuela y el proceso hiperinflacionario que estamos viviendo».