Los altos precios y el reiterado incremento de los vegetales en los mercados del estado Mérida, limitan a los merideños hacer compras como en años anteriores. Muchos de los ciudadanos dejaron de comprar por kilo para comprar por unidad, una distorsión que, de acuerdo a los productores del campo, se debe a la escasez de gasolina y los apagones eléctricos.
Emilia Delgado, pensionada, aseguró que hace años con el bono de alimentación hacía compras para todo el mes. Ahora el dinero de su pensión le alcanza apenas para la comida de dos días. «Antes compraba un kilo de tomate, ahora compro un tomate. En la casa se compraban dos kilos de papa, tres de yuca y así. Hoy llevo una cebolla, tres papas y un poco de cilantro, el dinero no alcanza», lamentó.
En los mercados el kilo de tomate tiene un costo de Bs. 5.500, precio que también rondan la cebolla, el plátano y el apio y que se incrementa dependiendo del lugar, pues en los abastos o supermercados son más elevados.
El salario mínimo en Venezuela es de Bs. 40.000, luego de un «ajuste» que entró en vigencia el 16 de abril, siendo el segundo de 2019. Asimismo, el ingreso del «bono de alimentación» se ubicó en Bs. 25.000, para un sueldo integral de Bs. 65.000.
Tal ingreso es «simbólico» para los merideños encuestados, ya que, aseguraron, no garantiza calidad de vida para nadie.
Mérida se caracteriza por ser un estado de producción agrícola, sin embargo, los costos de las hortalizas y demás vegetales se incrementan semanalmente pese a que se producen en la misma entidad.
«Antes comíamos caraota porque no se puede comprar carne. Ya ni caraota, ni arveja, ni carne se puede comer, los granos aumentaron de precio», expresó Anabella Rojas, quien recorre la mayoría de los mercados populares en busca de precios más accesibles.
El kilo de caraotas y arvejas es de Bs. 10.000 en adelante en los comercios más económicos, ya que su precio en otros lugares supera ese monto, es decir, un kilo de granos representa el 40 % del bono de alimentación por el cual un ciudadano venezolano trabaja un mes. Solo dos kilos de granos podría adquirir una persona para 30 días.
Los productores agrícolas y pecuarios aseguran que la escasez de gasolina y los apagones eléctricos afectan la labor del campo, por lo que algunas veces no tienen cómo movilizarse para despachar la mercancía.
Producción de leche pasteurizada bajó un 80 por ciento
En referencia a los apagones eléctricos, Gustavo Sánchez, productor de leche y queso recordó que algunos productores de la zona Panamericana perdieron 40.000 kilos de queso durante el apagón del pasado 7 de marzo, pero la problemática continúa.
«Todos perdemos porque el mercado de la leche pasteurizada se fue al suelo en un 80 %, no hay continuidad del servicio eléctrico y la leche se echa a perder. Entonces las plantas no quieren pasteurizar y los negocios no quieren recibirla», explicó.
Agregó que el exceso de leche que no se está pasterizando aumentó la oferta de queso y ha hecho que bajen de precio. «Aunque no hay suficiente gente que pueda comprar queso, todo está distorsionado con el problema de la electricidad porque la leche debe estar a una sola temperatura, es decir a 4 grados centígrados siempre».
Un kilo de queso blanco en Mérida oscila entre los 18.000 y 30.000 bolívares, precios para que muchos merideños son inalcanzables ya que dicha suma representa entre el 27,69 (Bs. 18.000) al 46,15 (Bs. 30.000) por ciento del salario mínimo.
Respecto a un próximo aumento del sueldo en Venezuela, los encuestados consideran que no es la solución, pues resolver el problema significa aplicar políticas económicas acertadas para contrarrestar la hiperinflación e impulsar la producción nacional.