No hay rastros de los cadáveres de los Rastrojos que se enfrentaron en días pasados en la frontera colombo-venezolana. Al menos 12 murieron y más de 20 resultaron heridos.
Según las autoridades neogranadinas, los asesinados quedaron en suelo venezolano, aún no se ha precisado la identidad de los sujetos.
Lugareños aseguraron que en la zona existe una tensa calma y que nadie se atreve a conversar sobre el sangriento hecho. «Aquí todo el mundo sabe que cuando ocurren estos enfrentamientos, los cuerpos son picados y lanzados al río o enterrados en fosas comunes, eso es lo que hacen para no dejar rastros», dijo una persona que prefirió el anonimato.
A pesar de que estas balaceras son ya cotidianas en la zona de frontera, las personas tienen mucho miedo y se guardan temprano en sus casas y no emiten ningún tipo de comentario por temor a represalias. «Todo está aparentemente tranquilo, la gente haciendo su vida como si nada hubiera pasado, el silencio es total», añadió a Caraota Digital un habitante de Boca de Grita, poblado ubicado al norte del estado Táchira y a escasos metros de Colombia.
Posterior a la captura de uno de los jefes de los Rastrojos y su escolta, otros dos hombres de la organización se habrían entregado a las autoridades neogranadinas, ellos son quienes aportan información importante que podría llevar a dar con el paradero de otros miembros de este grupo que opera en la zona.
El enfrentamiento registrado este martes en la frontera entre Boca de Grita en Táchira y Puerto Santander en Colombia, dejó en evidencia la fractura dentro estos grupos irregulares que pretenden adueñarse de los ilícitos propios del lugar como el contrabando de gasolina, alimentos y el tráfico de drogas.
«Ninguna autoridad habla de lo que aquí pasa, ellos prefieren hacerse la vista gorda, esto es una zona de guerra y poco a poco nos hemos acostumbrado», expresó a Caraota Digital una persona que vive en el lugar.