Los diferentes problemas que vienen enfrentando los venezolanos se han incrementado y ahora abarca una larga lista de males mayores. Una de las tasas de inflación más altas del mundo (caos económico), hambre, pésimos servicios públicos, violación a los derechos humanos, crisis humanitaria, violencia/criminalidad y un sector privado en el umbral de la paralización total por la gran escasez de divisas, son parte del drama que viven todos los venezolanos. Este momento histórico está llevando a la gran mayoría a sentir intrínsecamente desesperanza y pesimismo sobre su futuro inmediato, y no le queda otra que pensar en irse del país por las complejidades existenciales que emergen a diario. Por supuesto que las decisiones que tomen las personas se respetan.
Causa indignación que en un país petrolero, con grandes reservas de gas, hierro, oro, diamantes, bauxita y el nuevo mineral llamado coltán u “oro azul”, las noticias relevantes sean las relacionadas al tema del éxodo ocasionado por la descontrolada crisis económica que transita Venezuela. Apenas se abrió la frontera, 70.000 venezolanos la cruzaron, 40.000 regresaron y otros 30.000 se quedaron en tierra neogranadina, de acuerdo a estimaciones del Gobierno de Colombia.
El número de emigrantes venezolanos antes de 2015 era aproximadamente de 650.000. Con la llegada de Maduro al poder central, esta cifra se disparó a más de 4 millones, según datos aportados por Acnur y la Organización Internacional para la Migraciones (OIM).
Esta problemática, sin duda, se terminó de configurar en la presidencia de Nicolás Maduro, donde, evidentemente, se registró un aumento relevante de las solicitudes para salir del país. Todo el que puede migrar de Venezuela, sin reflexionarlo mucho, lo está haciendo. ¡Vivimos como en tiempos de guerra!
Hagamos un poco de historia para comprender la situación actual. Los discursos ilusorios de Hugo Chávez sonaron muy bien en su momento, apuntalado con un barril de petróleo sobre los 120 dólares. Pero la dinámica del poder alineó la desmedida corrupción, arrollando velozmente todo tipo de sueños, triste realidad que lleva al 25% de los venezolanos en posibilidad de migrar, a querer hacerlo.
Queda revelado que el Gobierno de Nicolás Maduro es una bomba de tiempo. Las cifras del éxodo son parecidas o iguales a las de Siria, un país literalmente en guerra. La migración venezolana es la más grande en la historia de América Latina. Trágicamente esto ocurre en un país que no solía producir migrantes, sino todo lo contrario. Son millones los venezolanos que hoy viven en el exterior y la mayoría abandonó el país en los últimos 16 años, tras el inicio de la revolución bolivariana gestada por el fallecido presidente Chávez.
En nuestras investigaciones de opinión pública se devela que el 94 por ciento de los venezolanos opina que, en términos generales, la situación en Venezuela va por mal camino y difícilmente con este gobierno revolucionario las cosas puedan cambiar. Datos cuantitativos que se articulan a la aguda crisis económica en general, la inseguridad, falta de oportunidades y la persecución política, hacen que miles de venezolanos cada semana decidan buscar un mejor futuro en otro país. Y lo grave es que muchos de los que hoy deciden marcharse en su mayoría son jóvenes talentos humanos y capital humano. La situación es lamentable. Hace algunas décadas Venezuela era un país que seducía a los inmigrantes de todo el mundo.
Es decir, estamos perdiendo continuamente el talento y capital humano del país. Estos resultados traen muchas implicaciones para el desarrollo en un futuro cercano. Es comprensible que el decaimiento paralice las intenciones en la lucha diaria, los ruidos y el psicoterror arrollan la esperanza y quizás la fe. La razón se puede imponer a la hora de migrar, motivados por el caos económico e injusticia social. Pero debemos pararnos, hacer una mirada profunda sobre la base de la trascendencia de nuestros antepasados, y decirnos ´esta tierra es nuestra y vale la pena luchar por su libertad´.
Repensemos: es preferible cambiar de gobierno y no de país… ¡Venezuela lo tiene todo!
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