Los candidatos que se disputarán la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Guatemala se encuentran frente a una población electoral que ahora debe decidir hacia qué lado inclina la balanza política de esa nación centroamericana.
La centroizquierda, liderada en esta oportunidad por una mujer, Sandra Torres Casanova, quien desde sus inicios en la política ha tenido presente la lucha por la igualdad de la mujer. Sus proyectos sociales y políticos se han enfocado en la lucha contra el feminicidio y la paternidad irresponsable, en un país que estaba catalogado como de los más violentos años atrás.
Torres Casanova, además de ser la primera mujer que aspira a la presidencia de Guatemala, se convierte en la protagonista de los 500.000 votos que aventaja para la segunda vuelta a su contrincante, el centroderechista Alejandro Giammatei, que no solo ha participado en este proceso sino en tres anteriores, donde no ha corrido con suerte. Podríamos decir incluso que competía en intentos con López Obrador en México.
Guatemala – en una segunda vuelta que seguramente será aplazada – debe elegir entre estas dos opciones políticas, que se han visto salpicadas por las investigaciones de la comisión anticorrupción de la ONU (CICIG) por señalamientos que el organismo les hizo por presuntos casos de corrupción. Esas investigaciones fueron llevadas a los organismos de justicia guatemaltecos, pero igual la duda sigue latente.
Recordemos que la CICIG no es bienvenida por el actual Gobierno de Jimmy Morales, incluso fue expulsado el comisionado de la ONU para esta tarea, y se le pidió a la comisión retirarse. Así que la corrupción, como en la mayoría de los países de la región, se pasea también en Guatemala. No en vano Thelma Aldana, la fiscal que sacó a Otto Pérez Molina y a su vicepresidenta del poder por corrupción, tampoco pudo avanzar en la justa presidencial de su país. Recibía constantemente amenazas de muertes, según ella, por decidirse ir al ruedo presidencial.
Respecto a Venezuela, es un país que podría ser de atención. Un punto llamativo de ambas opciones que aspiran a la presidencia en Guatemala, es que se han mostrado abiertamente a favor de la causa de Guaidó y contra las acciones y gestión de Maduro. Lo cual lo convertiría en un aliado interesante en Centroamérica, donde la izquierda parece que quiere mantenerse (no olvidemos a López Obrador en México y a Daniel Ortega en Nicaragua). El Salvador pareciera ser un nuevo aliado ganado, pero aún no muy claro como en el caso de Panamá.
La desigualdad social, los índices de pobreza, la corrupción y las políticas internas que puedan frenar la migración son los desafíos para quien resulte elegido nuevo presidente. Pero una vez más el poder del voto y la conciencia ciudadana, reposa en los electores.
Sin duda Guatemala ha vivido el proceso electoral más tensionante, difícil y sin precedentes de su historia política moderna. Uno en el que la diferencia entre una opción y otra no es sólo el proyecto político, sino 500.000 votos.