Por José Toro Hardy
Venezuela, que en su momento fue el mayor exportador mundial de petróleo y el mayor productor de la OPEP y fundador de la misma -por iniciativa de Juan Pablo Pérez Alfonzo- tristemente ha llegado a perder toda influencia dentro de la Organización y ha pasado a ser un productor marginal que ya nadie toma en cuenta, simplemente porque la revolución destruyó la industria petrolera.
Al momento de escribir estas líneas la reunión OPEP+ (24 países que incluyen a los miembros de la Organización y otros aliados, el más importante de los cuales es Rusia), acordó mantener básicamente los recortes de producción previos a la reunión, con la sola excepción de un pequeño incremento para Rusia y para Kazakhstan que en conjunto alcanzan a unos 150.000 barriles diarios.
Durante el año que ha durado la pandemia del COVID-19, los mercados petroleros se han visto fuertemente afectados. El consumo ha disminuido como consecuencia de la caída de la actividad económica a nivel mundial. El FMI estimó la caída del PIB mundial en 3,5% en 2020, correspondiéndole a las economías más avanzadas (y en consecuencia las mayores consumidoras de petróleo) una caída de su PIB real de 4,9%, en tanto que a las economías de mercados emergentes y en desarrollo una disminución de 2,4%.
Evidentemente esto tuvo un impacto en la demanda petrolera y en los precios. La OPEP estimó el consumo mundial en 92,8 millones de barriles diarios en 2020. La contracción de la demanda se ubica en torno a 7 millones de barriles por día. Se trató de un hundimiento "histórico" con un impacto "brutal, extremo y de magnitud mundial" en el mercado petrolero. Es el primer descenso del consumo mundial de petróleo desde 2009.
Evidentemente tal situación acarreó problemas importantes en las economías de las naciones exportadoras del crudo. Pero ahora, ya comienza a verse la luz al final del túnel. Con las vacunas cuya aplicación se viene extendiendo a un ritmo acelerado, el futuro se puede percibir con más optimismo.
En buena medida, los precios están vinculados a las expectativas y por eso hemos visto un fortalecimiento de los mismos. A raíz de las decisiones referidas, el precio del Brent aumentó en un 5% a 67,55 dólares por barril y en el WTI a 64,60.
Según el analista Eugen Weinberg de Commerzbank: "Hasta ahora, los miembros de la Alianza han estado cooperando e implementando los recortes de manera ejemplar. Creemos que los altos precios impulsarán a la OPEP+ a incrementar su producción en 500.000 barriles por día". Esa es la posición que ha venido defendiendo Rusia.
Por su parte, el ministro de Energía de Arabia Saudita declaró que la OPEP+ debía ser cautelosa, a pesar de un entorno de mercado en general optimista, ya que la demanda de combustibles sigue siendo frágil y las variantes del coronavirus son impredecibles.
Desde luego muchos tendrán la tentación de aumentar su bombeo para reponerse de las pérdidas que experimentaron, pero en general los 24 países de la OPEP+ lucen dispuestos a renovar su alianza durante años o quizá décadas.
Los países con mayores reservas de petróleo se debaten entre dos posiciones. Por una parte quieren maximizar los precios del petróleo, lo cual en el corto plazo solo pueden lograr a través de recortes de producción.
Pero por otra parte saben que a largo plazo el futuro de este hidrocarburo es limitado ya que terminará siendo desplazado progresivamente por otros agentes energéticos menos contaminantes, con lo cual sus reservas se quedarán en el subsuelo. En tal caso, lo que más les conviene es monetizar anticipadamente sus reservas petroleras, lo que solo pueden lograr aumentando sus niveles de producción.
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