El miedo es el principal compañero de los pacientes renales. Ellos no sólo sufren porque se llenan de toxinas, sino que también viven el drama de la falta de electricidad, gasolina y todas las limitaciones para poder tratarse.
Albany Moncada tiene 20 años de edad, es una persona con discapacidad y siente que su vida está llena de temor e incertidumbre. «Es un riesgo porque venimos hinchados, asfixiados, cargados de toxinas, arriesgados en que haya agua o luz para poder dializarnos», contó Albany en medio de una gran tristeza.
Lamentó que el régimen no haga nada por ellos y pidió a Michelle Bachelet que se interese por conocer lo que padecen los pacientes renales el Venezuela.
Alirio Berbesi de 74 años de edad contó que muchas veces debe irse a casa sin poder desintoxicar su cuerpo. «Cuando se va la luz, somos desconectados y el tratamiento queda a mitad de camino, muchas veces venimos y perdemos el viaje», indicó Berbesí.
Indicó que la falta de electricidad pone en riesgo la vida de los enfermos y que ya muchas vidas se han perdido por la crisis que se vive en el país. «Ojalá y la visita de Bachelet no sea pura política y que cumpla una función social, hay muchos enfermos que corremos peligro», recalcó.
Aseguró que enfermarse en Venezuela es correr un riesgo, ya que no hay asistencia permanente, ni se garantiza el derecho a la salud.
Indicaron que las unidades de diálisis deben contar con plantas eléctricas que permitan a los enfermos poder aliviar sus males.